dijous, 20 d’octubre del 2022

Reflexió-Pregària 20 octubre 20222


La mayor libertad

 

Cuando me siento más libre es cuando decido. Cuando me decido a amar. Cuando a pesar del enfado, del cansancio, del dolor, del mal humor, de la mala suerte, de la injusticia, a pesar de todo, escojo amar, entregarme.

 

Muchas veces somos esclavos del momento, de las circunstancias que nos atrapan, nos molestan, y nos hacen cobardes o indiferentes. Ahí no me siento libre: me siento atrapada, prisionera. De mis emociones, de mis apetencias, de mis instintos, de todo. Me siento separada de lo que me hace libre como persona. Alejada de mi voluntad, de mi capacidad de amar.

 

Sé que el amor me da alas. Me libera de esa aparente comodidad que es mi egoísmo y que nos deja tan vacíos. Y tan oscuros. Porque amar es luz. Es un gusto agridulce. Pues el primer paso puede costar —y mucho—. Es humildad muchas veces. Pedir perdón el primero, dar ese paso agigantado. Es ceder y no ceder. Es corregir con cariño, aunque cueste. Es tener paciencia, ¡santa paciencia!, y dar al otro el primer trago y el último.

 

Es observar sin ser visto, mirar a los ojos, ver la necesidad de los demás antes que la nuestra. Es ofrecer una sonrisa, aunque casi no nos queden sonrisas disponibles. Es cancelar un plan para hacer compañía al que lo está pasando mal, dar cobijo al perdido, tener compasión del abandonado… Y tantas y tantas cosas más.


Queen “Heaven For Everyone”